Certificación WELL: salud, bienestar y eficiencia energética
Se presenta como una herramienta clave para el futuro de la industria inmobiliaria al transformar edificios en espacios que mejoran la salud y el bienestar de sus ocupantes.

Ya que la salud y el bienestar se han convertido en prioridades globales, surge la certificación WELL, impulsada por el International WELL Building Institute (IWBI), con sede en Nueva York, como un modelo innovador en el diseño y construcción de edificios. Este estándar fusiona la investigación científica y médica con las mejores prácticas arquitectónicas para transformar los entornos construidos en vehículos para mejorar la calidad de vida de las personas.
La certificación se presenta como una herramienta clave para el futuro de la industria inmobiliaria, según Green Group, una empresa pionera en su implementación en Argentina y Chile. Con un enfoque que apunta a consolidarse como tendencia dominante hacia 2025, esta certificación se erige como un cambio de paradigma en la forma de concebir los espacios construidos.
La certificación WELL se basa en 10 parámetros fundamentales que abordan aspectos cruciales para la salud y el bienestar de los ocupantes. Desde la calidad del aire y el agua, hasta la iluminación, el sonido, los materiales y la salud mental, estos criterios medibles y verificables permiten evaluar el impacto de un edificio en la salud física y mental de sus usuarios.
Beneficios tangibles para la salud
En el ámbito de la salud física, se ha demostrado que los espacios WELL reducen riesgos respiratorios y mejoran la oxigenación cerebral, lo que contribuye a optimizar la función cognitiva. Además, se ha evidenciado una disminución en la incidencia de enfermedades cardiovasculares e hipertensión, lo que se traduce en un impacto positivo en la salud en general.
Los usuarios de viviendas certificadas WELL han reportado mejoras en su calidad de vida, abarcando desde una reducción en enfermedades respiratorias hasta un mejor descanso y beneficios psicológicos. Estos resultados también se extienden al ámbito emocional y mental.
Estrategias como la iluminación circadiana, ambientes acústicos controlados y espacios de relajación han demostrado aumentar los niveles de serotonina, regulando funciones esenciales como el estado de ánimo, el sueño y el bienestar general del organismo.
Una inversión en bienestar y valor de mercado
La certificación WELL también representa una inversión estratégica en el valor de las propiedades. Los inmuebles certificados son percibidos como de alta calidad y, por ende, se vuelven más atractivos tanto para inquilinos como para propietarios. Esto se traduce en un incremento en los precios de venta o renta, así como en una mayor retención de inquilinos y empleados (en el caso de oficinas), gracias a la satisfacción que generan estos espacios.
Datos recogidos por Green Group respaldan esta afirmación, revelando que los edificios certificados incrementan la satisfacción de los usuarios en 30% y mejoran la percepción de bienestar en 26%. Asimismo, las oficinas que priorizan la sostenibilidad y la luz natural han registrado primas de alquiler de hasta 7.8%, lo que evidencia el reconocimiento creciente del valor añadido que representan estos espacios en el mercado.
Sustentabilidad y eficiencia energética
Aunque la certificación WELL no se centra exclusivamente en la eficiencia energética, fomenta prácticas sostenibles que contribuyen indirectamente a este objetivo. La optimización térmica y acústica de los espacios no solo mejora la calidad de vida de los ocupantes, sino que también reduce la necesidad de refrigeración y calefacción, generando un impacto positivo en el consumo energético.
Además, tecnologías como sistemas de ventilación eficiente y control de iluminación natural, junto con el diseño adecuado de fachadas y ventanas, minimizan la dependencia de fuentes no renovables. Este enfoque integral hacia la sostenibilidad beneficia a los usuarios de los espacios y representa un paso hacia la reducción del impacto ambiental de la edificación.