Mérito e inclusión, desafío y oportunidad para organizaciones

Para especialistas, el decreto del presidente Donald Trump simplifica la inclusión laboral, ignorando la complejidad del mérito, que está condicionado por factores históricos y estructurales.

La nueva normativa promulgada en Estados Unidos por el mandatario Donald Trump, sobre inclusión en empresas, ha suscitado una serie de reacciones y reflexiones en torno a su impacto en las políticas de equidad y diversidad en el ámbito laboral y educativo.


Aunque a primera vista parecería que se busca una mayor objetividad en los procesos de selección, es fundamental cuestionar sus implicaciones en la lucha por la inclusión y la diversidad. Se plantea una oposición entre mérito e inclusión, sugiriendo que las medidas de diversidad han comprometido la calidad y la excelencia en la selección de personal.


En un sistema que ha favorecido históricamente a ciertos grupos, el concepto de mérito se encuentra intrínsecamente condicionado por factores estructurales, económicos y sociales, que no garantizan una evaluación imparcial y equitativa de las capacidades y talentos de los individuos.


Afirmar que la inclusión es un privilegio o un favor es una visión que desdibuja la justa necesidad de nivelar las oportunidades en un contexto de exclusión histórica. Las acciones afirmativas no buscan regalar espacios inmerecidos, sino más bien intentar corregir desequilibrios que han prevalecido durante siglos.


Es fundamental reconocer que la inclusión no solo es un derecho de quienes han sido históricamente marginados, sino que también enriquece y fortalece a las organizaciones al incorporar diversas perspectivas y experiencias en la toma de decisiones.


El verdadero reto radica en repensar lo que entendemos por mérito. Es imperativo ir más allá de la evaluación tradicional, que tiende a privilegiar ciertos perfiles y trayectorias, y adoptar una perspectiva más inclusiva que considere el potencial, las habilidades, la resiliencia, la capacidad de aprendizaje y la creatividad de las personas, independientemente de su origen o contexto.


Esto implica elaborar criterios de selección más justos y equitativos, que permitan identificar y valorar el talento en toda su diversidad, sin desestimar los logros alcanzados por quienes han superado barreras y obstáculos en su camino, han señalado diversos especialistas.

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