El paso de ESG a resiliencia ante desafíos climáticos

Las inversiones sostenibles evolucionan hacia la resiliencia, priorizando la adaptación y la capacidad de recuperación ante el cambio climático, transformando las estrategias y los enfoques de los interesados.

El ámbito de las inversiones sostenibles ha experimentado un cambio significativo en su enfoque, desplazando los términos tradicionales como sostenibilidad y responsabilidad social hacia la nueva tendencia marcada por el concepto de resiliencia.


Este giro refleja una evolución en la forma en que los inversores abordan los riesgos asociados con el cambio climático y las crisis medioambientales, centrándose ahora en la capacidad de adaptación y la construcción de sistemas más robustos ante eventos extremos, según una publicación de The Wall Street Journal.


Este cambio de enfoque se traduce en decisiones tangibles de inversión por parte de grandes actores del sector financiero, como BNP Paribas y DP World, que en lugar de centrarse en la mitigación de daños, ponen a la resiliencia como un concepto central que pone el acento en la capacidad de los sistemas y las infraestructuras para resistir y recuperarse de eventos climáticos catastróficos.


Mientras el ESG se centraba en la responsabilidad social y los criterios medioambientales, la resiliencia prioriza la capacidad de adaptación ante la creciente incertidumbre climática. Un cambio que responde a la imperante necesidad de mitigar los riesgos físicos derivados de fenómenos meteorológicos extremos, que afectan a empresas y a economías locales.


El impacto de los fenómenos climáticos extremos

La creciente frecuencia de huracanes, incendios forestales y tormentas tropicales, ha expuesto la vulnerabilidad de los sistemas globales. Según un informe del Banco Mundial, los eventos meteorológicos severos conllevan costos económicos de billones de dólares en la última década. Esta realidad expone la necesidad de transformar la manera en que los inversionistas evalúan riesgos y adoptan estrategias de resiliencia.


Asimismo, las inversiones en adaptación y resiliencia, anteriormente consideradas como medidas reactivas, están siendo valoradas como estrategias proactivas que generan valor. La protección contra los riesgos físicos derivados del cambio climático es crucial para preservar la inversión y proporciona una oportunidad de capitalización.


Los inversores que se unen al movimiento de ESG a resiliencia se posicionan de manera más favorable para generar valor en un mundo en constante transformación, asegurando así un futuro más seguro y sostenible para todos.

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